jueves, 2 de octubre de 2008

Una urdimbre regional






Un grupo de artesanas de Santiago del Estero y Tucumán, acompañadas por distintas organizaciones sociales, crearon una ruta turístico-comercial, donde exponen sus creaciones textiles. Trabajo en equipo y compromiso con su tierra, la clave del éxito.



Por Pablo Donadio
El viento sopla tibio en Santiago, y algunas vidalas se cuelan por la ventana de adobe en el taller de costura e hilado del poblado de San Martín, sobre la margen del río Dulce. Allí huele a tejido la sabiduría, y la música es compañera de esas manos que tejen y tejen. Adentro, a la sombra, la mujer desvía la mirada y sonríe, mientras la prenda crece hacia algo que sin dudas ha de ser espectacular. A unos cuantos kilómetros de distancia, en la vecina Tucumán, otras artesanas rescatan lo profundo del oficio textil que les fuera heredado desde generaciones pasadas, en tiempos en que las fábricas y las producciones para terceros no existían. Ese valor criollo está vivo porque una ruta lo rescata, lo muestra, lo ofrece.
Más de cuatro años lleva ya La Ruta del Tejido, el solidario programa integrado por trabajadoras de ambas provincias, empujadas por la asociación civil El Ceibal, la Fundación Inter Americana, el Programa Social Agropecuario, emprendedores textiles de un taller y otros tantos actores sociales.
HACER CAMINO La Ruta, como ya le llaman propios y ajenos, enlaza a las emprendedoras en un sueño compartido. Y esta última palabra no es poca cosa: lo central, junto a la creación de los telares, es vivir un mismo rumbo. “Esto nació como un espacio de recuperación de un oficio tradicional, y se ha convertido en una búsqueda de identidad laboral y personal de cada artesana. Ellas buscan vivir de su trabajo conservando y fortaleciendo su identidad, que es un capital de su comunidad y su territorio”, resume Fiorina Gatti, técni
ca del arte textil y miembro de El Ceibal, alma mater del proyecto.
Todo comenzó hacia fines de 2004, cuando las artesanas vieron la oportunidad de relacionarse entre sí y con agrupaciones con las que ya venían trabajando, tanto a nivel local como provincial. Así surgió la inquietud de algunas tejedoras que, entre necesidades laborales y el deseo de recuperar saberes ancestrales relacionados con el arte textil, decidieron lanzarse a la aventura. Poder vivir de esos conocimientos, y fomentar su traspaso a los más jóvenes fue y es el objetivo central. Como suele ocurrir, el comienzo no fue fácil, y hubo que identificar criterios de producción y comercialización de los tejidos, además de intercambiar técnicas y formas textiles. Primero se constituyó una asociación de trabajadores, articulando grupos con diferentes producciones, pero reconociendo un origen común en el arte, la historia y la cultura de los pueblos del noroeste argentino.
La singular ruta se inicia en el sur de Santiago del Estero, en el departamento San Martín, uno de los territorios más pequeños de la división política de la provincia. Allí se encuentra Tejiendo la Vida, las artesanas pioneras. Luego el camino conduce a la zona del Salado medio, en el departamento Figueroa, entre leyendas de La Salamanca y el Alma Mula, que se repiten incansables por sus bosques y bañados. En esta región, que comprendía varias provincias indígenas (se sabe que vivieron culturas Mercedes, Sunchituyoj y una reducción jesuítica) esperan las teleras Huarmis Yamcadoras, el eslabón siguiente de la cadena. Hacia el norte, al pie de la cuesta y en los dominios de la siempre bella Tucumán, aparece el poblado de Santa Lucía (conocido como “El ingenio” por la puesta de un ingenio azucarero, fábrica que funcionó hasta 1968) donde se presenta al conjunto Manos del Portal, especialistas en lanas, bastidores redondos y torzal. El viaje finaliza en el valle de Tafí, la tierra de los indios quilmes y sus espectaculares ruinas, donde las teleras de La Rueca son el último tramo de una ruta que promete más kilómetros.
ARMARSE Y ESPECIALIZARSE La gracia del proyecto radica en ese mismo oficio que las mujeres de la zona comparten a diario: “Yo, después de dedicarle toda mi vida a tareas de empleada doméstica, recordé que mi lugar estaba frente a un telar, como mi abuela, que tejía frazadas”, cuenta Primitiva Monasterio, integrante de La Rueca. “Me gustan mucho los colores encendidos, porque para mí lo importante del tejido es el color”, sostiene. Hoy hay más de 100 mujeres involucradas en el proyecto, que promociona la cultura y el turismo local, y que hace foco en la utilización de materias primas regionales como el algodón y chaguar (fibras vegetales), y la lana de oveja y llama (fibras de origen de animal) para su trabajo.
En cuanto a las técnicas utilizadas, los cuatro grupos se distinguen y diferencian ente sí, y en ese intercambio se logra también mucha riqueza. Por ejemplo, los tejidos de faz de urdimbre son la especialidad de las santiagueñas de Tejiendo la Vida, a diferencia de las Huarmis Yamcadoras, que confían en la faz de trama, aunque también se apasionan por las técnicas de torzal, como los utilizados para la jerguilla o el pelero. En Santa Lucía y Tafí del Valle en tanto, las tucumanas trabajan sumando telas llanas, bastidores redondos y torzal. Allí se recurre más a fibras urbanas y se tiñe sobre todo con tinturas naturales, que extraen de la diversa vegetación selvática circundante.
TRAMO FINAL En gran medida, lo que permite la subsistencia de la Ruta son locales de exposición y venta, tanto en Santiago como en Tucumán, además de algunas ferias ocasionales realizadas en Buenos Aires. Los autores del proyecto aclaran que hubo que trabajar duro sobre la comercialización, etapa en la que se manifiestan los problemas principales que presenta este tipo de producción. Establecer un precio justo no es fácil para la mayoría de las artesanas, residentes rurales y de zonas aisladas, que realizaban ventas ocasionales, a partir de pedidos o la fortuita aparición de un cliente. “Al momento de la comercialización, el productor artesano se encuentra en la posición más débil: no siempre posee una clara conciencia del valor de lo que produce”, explica uno de los responsables.
Bajo el encanto de la ciudad de San Miguel de Tucumán, enmarcada en sus riquísimos paisajes, Tafí del Valle posee ahora otro atractivo para los visitantes: el Museo Activo de Arte Textil. Gestionado por uno de los grupos de artesanas, el lugar intenta ser formalizado dentro de los circuitos turísticos, una articulación que dependerá de entes provinciales para su concreción. Allí se rescatan también valores de integrantes de Amaicha del Valle, una comunidad que conserva todavía los rasgos más importantes de la cultura diaguita. Elaborar contenidos para desarrollar libros y muestras fotográficas que acerquen desde la lectura y la imagen el trabajo realizado, son otros proyectos que marchan a paso lento pero firme, en este interesante camino de fortalecer la autoestima e identidad de grupos y pueblos originarios. Y dignificando su trabajo.
DATOS UTILES
En Tucumán: Fiorina Gatti
fiorinagatti@yahoo.com.ar
En Santiago Francisco Orellana
francisco79_orellana@yahoo.com.ar
Blog:
http://rutatejido.blogspot.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Good good good......

nanditaufer dijo...

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